Se lanzaron los dados: en cerca de diez años, en 2022, Alemania, la gran nación industrial europea, deberá parar de abastecer electricidad que provenga de reactores nucleares.
Alemania quiere cerrar con un proceso relámpago, la lucha de décadas sobre el futuro energético que posibilitó el uso pacífico de la energía nuclear. Las palabras grandiosas de ayer, de la protección del ambiente o de la disminución de la carga de CO2, ven ceder su lugar de blanco supremo, ya que los vacíos energéticos se tienen que llenar con plantas de gas o de carbón. Se habla inclusive hasta del apaciguamiento de los grupos (en referencia a la oposición de casi treinta años del movimiento enemigo de la energía nuclear contra los portavoces del uso pacífico de la energía nuclear).
Los países vecinos se quejan de que no los escucharon. El ministro de Industria y energía de Francia indicaba que Alemania tiene toda la soberanía que quiera, pero las consecuencias tendrá que soportarlas Europa. De acuerdo con los cálculos de los parlamentarios de Bruselas, los costos de la electricidad para los europeos aumentarán en 40 mil millones como consecuencia de ese cambio energético, eso sin tomar en cuenta como se podrá garantizar el abastecimiento eléctrico europeo luego de 2022 en los días calientes de verano o en los días fríos de invierno.
Luego de la catástrofe del terremoto de Japón, que causó varias averías en la planta atómica de Fukushima, se derrumbó el consenso de ocho meses sobre la prolongación de la operación de las plantas nucleares alemanas al año 2035. El 15 de septiembre de 2010, la señora Merkel hablaba todavía de la energía nuclear como un "puente tecnológico" y advertía que "no le haremos ningún favor a la humanidad" si "por razones ideológicas apagamos las plantas nucleares."
Angela Merkel tuvo que justificar ante el Parlamento que su posición personal respecto a la energía nuclear había cambiado luego de Fukushima. Luego de Fukushima se instalaron dos comisiones que deberían asesorar al gobierno: la comisión de seguridad de reactores y una "comisión de ética para el abastecimiento seguro de energía," creada para la ocasión. Los resultados de la comisión técnica mostraron que después de Fukushima no surgieron nuevos riesgos para las plantas nucleares alemanas. La voluntad política de Berlín no quería seguir ese argumento. El voto de la comisión ética bajo la dirección del dirigente del Programa del Medio Ambiente de Naciones Unidas (UNEP), el doctor Töpfer (CDU), recomendó que Alemania dijera adiós a la energía nuclear en 2021.
La salida
La contribución hasta el día de hoy de la energía nuclear para la electricidad (15 plantas productoras) era de 22.5 por ciento 0 140.5 mil millones de kWh (bruto). El abastecimiento eléctrico restante para la población y la industria alemanas son: lignito (32 por ciento, 143 mil millones de kWh), carbón de piedra (19 por ciento, 116 mil millones de kWh), gas natural (13 por ciento, 84.5 mil millones de kWh) energías renovables (17 por ciento, 102.3 mil millones de kWh) y otras (5 por ciento). Las energías renovables incluyen la fotovoltaica (12 mil millones de kWh) y la eólica (36.5 mil millones de kWh)- aunque en 2010 se instaló más capacidad de producción de energía eólica (27,700 MW) que el año anterior, la producción se redujo debido a la reducción del viento en 5.5 por ciento (cifras del periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ) y de la Comisión Federal de Energía y Economía del Agua, BDEW).
En el cambio de ley se decidió retirar seis plantas nucleares de la red ("moratoria") y solo apagar una "planta de emergencia." Esto lleva a una capacidad actual de las plantas nucleares alemanas (potencia neta) a unos 10,000 megawatts.
De acuerdo con el informe de la comisión de ética, la capacidad atómica es de 15,000 megawatts (potencia garantizada), para una potencia nominal de 18,000 megawatts.
Suponiendo un consumo constante, se calcula que sin energía atómica hay una demanda de 83,000 megawatts, que se debe suplir con energía eléctrica proveniente de carbón, gas, viento, Sol y otras (suponiendo una energía eólica garantizada con potencia de 2,000 MW), con lo que resulta un déficit de 6,000 MW de potencia garantizada (FAZ, 30 de mayo de 2011).
Se había planeado originalmente, por la incertidumbre de conseguir la implantación de energías renovables en la red a tiempo para 2022, que se debería mantener dos plantas nucleares de "reserva" listas para operar. Esto fue rechazado por los gobernadores.
Por deseo del gobierno, en 2015, 2017 y 2019 se separarán de la red, gradualmente, algunas plantas nucleares. En 2021 y 2022 se seguirán separando en grupos de tres. Así fue determinado en conversaciones entre Angela Merkel y los gobernadores de los estados.
La falta de 15,000 megawatts de electricidad nuclear se debe compensar esencialmente con el aumento de energías renovables (energía eólica en el mar del Norte y energía solar) en 35 por ciento para el año 2022 y 50 por ciento o más en el 2035. Además, se debe valorizar más el ahorro de energía y la eficiencia.
Esto presenta un gran problema: ¿Cómo se puede transportar la electricidad del lugar de producción (como en el mar del Norte) a Baviera, donde es necesaria? La red actual de alta tensión tiene 36,000 kilómetros de longitud. Es necesario construir por lo menos 4,000 kilómetros de nuevas líneas eléctricas para llevar la electricidad eólica del Norte al Sur, a lo cual hay enorme resistencia de la población local por donde habrán de pasar las nuevas líneas. Se tienen que construir nuevas instalaciones de almacenamiento para cuando no haya viento ni brille el Sol.
El orden de magnitud del cambio de fuente energética también es claro por la cantidad de leyes, casi una docena ("paquete de leyes Fukushima"), que están en el Parlamento para decidirse. Además de la ley para el cambio y del fondo especial para el átomo y el clima, es importante la ley de construcción y aceleración de la red, pues con esto se debe disminuir el factor de retraso de debido a protestas. Pero también están previstas leyes nuevas de incentivos para la implantación de energías renovables. También habrá marcos legales nuevos para exigencias de saneamiento energético en las obras públicas y residencias particulares. La situación del inquilino quedará supuestamente peor, pues el propietario se puede eximir con facilidad de esos saneamientos.
Cómo atractivo para los estados se previeron grandes subvenciones destinadas a los ramos de las energías renovables así como para las empresas medianas. El gobierno desea continuar y posteriormente aumentar ese monto, que solo este año significa un aumento de 13 mil millones de euros para los consumidores de electricidad.
Perspectivas
Este cambio energético pasmoso de Alemania se hizo sin tomar en cuenta a los países vecinos, ni las necesidades de consumo existentes de la población mundial (agua potable, producción de alimentos, urbanización, instalación de industrias intensivas de energía, que atraen el consumo creciente y no deben contaminar el ambiente). Es obscuro el problema del depósito final del material radioactivo, así como de la reconversión de las plantas nucleares separadas de la red. La ciencia, que ya tuvo el orgullo del grado de eficiencia y de otras propiedades físicas significativas, fue dejada de lado por la evaluación unilateral de riesgos. El dominio y conocimiento de la técnica nuclear, el papel de la fusión nuclear o de la trasmutación, que podrían desempeñar un papel importante en la transformación del material radioactivo no se tomaron en cuenta en esas decisiones ideológicas precipitadas. Solamente algunos de los científicos y técnicos que trabajan en ese campo en Alemania tendrán empleo. El papel de liderato que para el mundo asume la directriz política de Alemania con esa decisión "para llegar a un futuro seguro," puede ser visto más tarde como falto de sentido de la responsabilidad para las necesidades de progreso del mundo.
Las grandes naciones industriales y las naciones en desarrollo no pueden asumir para sí esa conclusión apresurada. Ya hubo una situación comparable en Alemania: en 1985 entró en operación oficialmente el reactor de alta temperatura a torio en Hamm-Üntrop, en Renania-Westfalia. El reactor de pila de bolitas, llamado así por la característica física del combustible esférico, era el prototipo de una planta más segura, debido a la diferencia de la combustión, sin los riesgos de la planta nuclear de Fukushima o de Chernobyl. Sin embargo, a pesar de ello, luego del accidente del reactor de Chernobyl en abril de 1986 (y una pequeña irregularidad en el reactor de pila de esferas) esa línea promisoria de reactores se cerró en 1988. Una "técnica de punta" muy segura, que hoy podría estar produciendo electricidad de forma madura, barata y con mucho menos riesgos, fue excluida tan sólo por ¡un cambio de la opinión pública de la época!
Fuente: Anno Hellenbroich. MSIa Informa, desde Wiebaden, 27 de junio de 2011.------------------------
El mito de la energía alternativa
A pesar de Fukushima, será difícil para países como EE.UU. o Alemania sustituir las centrales nucleares por fuentes de producción renovables
Día 27/06/2011 - 13.21h
La fusión del reactor de la central nuclear de Fukushima el pasado marzo ha tenido secuelas en todo el planeta. En la mayoría de los casos, las reacciones a este desastre tienen motivaciones ideológicas y rara vez están basadas en un razonamiento científico. En lo que respecta a la tecnología nuclear, los administradores de Tepco, la empresa de Tokio responsable de los reactores de Fukushima, han sido criticados con razón por usar durante demasiado tiempo generadores obsoletos y mal mantenidos. La nación japonesa, que se enorgullece de su excelente ingeniería, se ha visto humillada ante el resto del mundo. Sin embargo, la reacción colectiva en Japón es la de no renunciar a la energía nuclear. Después de todo, a pesar del casi impredecible tsunami que paralizó los reactores, en Fukushima ha habido pocas víctimas de la radiación: la mayoría se ahogó en el mar, no murió a causa de una explosión nuclear. Lo más probable es que, después de Fukushima, los reactores nucleares en miniatura que estaban previstos antes del tsunami se construyan más pronto. Toda esta tragedia pone de manifiesto lo racionales que son la mayoría de los japoneses: esta opinión también es válida para los países asiáticos vecinos como China y Corea del Sur, que siguen apostando por la energía nuclear.
No es ese el caso en Europa y en Estados Unidos. En Europa, la respuesta a Fukushima resulta ser más ideológica que científica. El Gobierno alemán ha sido el primero en reaccionar de manera exagerada al optar por desactivar todos los reactores nucleares en los próximos años. Esta drástica decisión tiene que ver con la política local, puesto que la supervivencia de cualquier Gobierno alemán depende de los Verdes: los Verdes como partido político y lo verde como credo nacional compartido por la población en general. Deberíamos relacionar esta hostilidad verde hacia la energía nuclear con el tradicional culto alemán a la naturaleza, no a la ciencia. Lo que sustituirá las centrales nucleares alemanas serán más unidades geotérmicas alimentadas con combustible: peor para el calentamiento global, puesto que las emisiones de carbono alemanas aumentarán. Y adiós a la honestidad intelectual, ya que a Alemania no le quedará más remedio que comprar electricidad «sucia» a su vecino francés, que sigue apostando por la energía nuclear. Los franceses siguen poniendo la independencia nacional y la racionalidad por encima del culto a la naturaleza.
En Estados Unidos, la reacción ideológica se parece más a la alemana que a la francesa: puede que EE.UU. no sea tan dado al romanticismo, pero el culto a la naturaleza forma parte de la mentalidad estadounidense, lo que podría explicar por qué los demócratas en el poder están tan comprometidos con las llamadas energías alternativas. La Administración de Obama ha tirado miles de millones de dólares en energía eólica y solar, etanol y otros combustibles alternativos: los expertos de izquierdas se han apropiado de la tragedia de Fukushima como una justificación para estos programas económicamente cuestionables. Podemos apostar que, en ningún lugar, ninguna de estas energías alternativas sustituirá fácilmente al carbón, al petróleo, al gas o a la energía nuclear. Con los precios del mercado, sin subvenciones públicas, en EE.UU. y Europa, una unidad de energía de origen solar o eólico cuesta cinco veces más que una unidad producida con petróleo, gas o energía nuclear. Es más, los defensores ideológicos de las energías alternativas sistemáticamente quitan importancia al impacto medioambiental negativo que estas tienen: para generar un megavatio de electricidad, una turbina eólica requiere 50 toneladas de acero para su fabricación y 1,3 kilómetros cuadrados de terreno. Para satisfacer el consumo de electricidad de California, habría que cubrir todo el estado con paneles solares y tendría que hacer sol todos los días. Por tanto, la energía alternativa es, en esencia, un discurso antimercantil y antiempresarial con un disfraz seudocientífico. Sin embargo, la gran ironía de la actual situación es que, a pesar del terrorismo intelectual ecológico, sí que hay una innovación y un espíritu emprendedor reales, sin apoyo gubernamental, en el campo de la energía no alternativa, como es el caso de los reactores nucleares en miniatura. El avance más prometedor probablemente sean los nuevos descubrimientos de enormes reservas de gas de esquisto (también llamado gas no convencional) en todo el planeta: gracias a las nuevas técnicas de fractura hidráulica y perforación horizontal, es muy probable que el gas de esquisto sea el recurso energético dominante en el futuro. A día de hoy, las reservas de gas conocidas, convencionales y no convencionales, representan 300 años de consumo mundial. El gas de esquisto, cuando se explote plenamente, reducirá la dependencia del petróleo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP); también reducirá las emisiones de carbono. El gas genera 10 veces menos emisiones de carbono que la biomasa o el etanol, recursos que los ecologistas defienden ardientemente. En el futuro, lo más probable es que una mezcla de gas de esquisto y de centrales nucleares responda a la creciente demanda de electricidad de una población mundial que se vuelve urbanita con rapidez.
Ese equilibrio energético renovado afectaría al actual equilibrio de poder mundial. También se da la circunstancia de que el gas de esquisto es abundante en Europa y Norteamérica, a diferencia del petróleo, que suele encontrarse en Estados no democráticos como Irán, Argelia, Libia y Venezuela. Es muy posible que la energía del mañana refuerce el predominio de la democracia y debilite algunos de los regímenes más represivos. En este nuevo contexto geopolítico, los verdes sobrevivirán como un culto o como una receta para el suicidio económico.